Resiliencia operativa a nivel nacional: ¿ágil o frágil?

Resiliencia operativa a nivel nacional: ¿ágil o frágil?

En los años posteriores a la crisis financiera de 2007–2008, se mejoraron los marcos de supervisión para monitorear el sistema bancario mundial, lo que generó cambios estructurales que fortalecieron la capacidad de recuperación financiera de los bancos. Si bien la disponibilidad de niveles más altos de capital y liquidez ha mejorado la resiliencia organizacional al ofrecer mayor capacidad para absorber los choques financieros y los cambios del mercado, es necesario un mayor esfuerzo para mejorar la resiliencia operativa de los catalizadores de la infraestructura financiera global, a saber, los bancos.

¿Qué es la resiliencia operativa?
Para los bancos, la resiliencia operativa es la capacidad de realizar operaciones críticas a pesar de las interrupciones. Permite a los bancos identificar y proteger sus entidades de amenazas y posibles fallas, así como responder, adaptarse, recuperarse y aprender de eventos disruptivos a fin de minimizar su impacto. Estos eventos incluyen pandemias, desastres naturales, ataques cibernéticos o fallas tecnológicas. Además, los bancos deben asegurarse de tener un impacto mínimo en las operaciones críticas y sus servicios, funciones y sistemas relacionados.

La pandemia mundial
En los últimos años, los bancos comenzaron a acelerar las tasas de adaptación de la infraestructura tecnológica y los servicios de terceros para brindar servicios financieros. Esta dependencia ampliada y transformación comercial ha representado un aumento de los riesgos operativos, la vulnerabilidad y la disponibilidad de servicios durante la pandemia mundial, que ha exacerbado enormemente los riesgos operativos, así como la incertidumbre económica y comercial. Afectó a los sistemas de información, el personal, las instalaciones y las relaciones con los clientes y proveedores de servicios de terceros, desde un aumento en las amenazas cibernéticas hasta mayores riesgos operativos como resultado de procesos y sistemas fallidos en entornos de trabajo virtuales.

Absorber los choques operativos
La capacidad de absorber eventos relacionados con los riesgos operativos requiere que los bancos cuenten con un marco integral y general de gestión de riesgos, que incluya identificación integral de riesgos, mitigación eficaz y monitoreo exhaustivo para minimizar las interrupciones operativas. Además, se debe tener en cuenta la continuidad de los negocios, la resiliencia infraestructural y la subcontratación de servicios a terceros y las tecnologías de las que dependen.

Según el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, los principios de resiliencia operativa integral para los bancos incluyen gobernanza, gestión de riesgos operativos, planificación y pruebas de la continuidad de los negocios, mapeo de interconexiones e interdependencias, gestión de dependencias de terceros, gestión de incidentes y TIC, incluida la ciberseguridad. Los bancos y las instituciones financieras (colectivamente, las empresas) han implementado la mayoría, si no todos, los principios de resiliencia operativa integral a diferentes niveles. Dicha adaptación se basa en los modelos de complejidad operativa de las empresas, la agilidad de la gestión del cambio y el apetito tecnológico.

Sin embargo, desde la perspectiva de los bancos centrales, la resiliencia operativa de los sistemas financieros depende completamente de las empresas, y los bancos centrales no pueden depender del ritmo o las medidas adaptadas de estas empresas para garantizar los niveles requeridos de resiliencia operativa a escala nacional.

Facilitar la resiliencia operativa a nivel nacional
Debido a que ahora las sociedades modernas dependen los servicios financieros, la presión sobre los bancos centrales ha ido en aumento para salvaguardar la resiliencia operativa nacional que protege a los usuarios finales ante casos de fuerza mayor. En consecuencia, cada banco central necesita una estrategia de resiliencia que sirva de base para que las empresas mejoren sus capacidades y mecanismos de respuesta a las crisis, y para que los bancos centrales garanticen la solidez de la industria.

Tal estrategia requiere que los bancos centrales regulen, supervisen e inspeccionen de forma continua a las empresas para garantizar su cumplimiento y resiliencia financiera. También requiere intervenciones de supervisión y ejercicios sectoriales en colaboración con organizaciones supervisoras y partes interesadas internacionales a fin de impulsar la acción colectiva a nivel nacional. Además, se deben remediar las vulnerabilidades y desarrollar y compartir las mejores prácticas del sector.

En 2017, el Banco de Inglaterra destacó tres elementos principales de una estrategia de resiliencia operativa que siguen siendo los primeros pasos vitales para crear una táctica exitosa, incluso cuando las necesidades del sector continúan evolucionando. Estos elementos incluyen sistemas de focalización que son más críticos para la estabilidad financiera, establecer expectativas para el nivel de resiliencia operativa que se requiere de las empresas y medir la efectividad de los procedimientos implementados.

Además, para que los bancos centrales faciliten un ecosistema que pueda resistir, absorber y recuperarse de los riesgos relacionados con la tecnología y los eventos de fuerza mayor, no solo deben desarrollar una estrategia de resiliencia exhaustiva, sino también aprender, adaptarse y evolucionar continuamente con las nuevas tecnologías, demandas y servicios financieros. Más importante aún, los bancos centrales también deberían anticipar las crecientes necesidades tanto de las empresas como de los usuarios finales mediante la evaluación de la tracción de las nuevas tecnologías de pago y, en consecuencia, ajustar continuamente las estrategias y los procedimientos de gestión de riesgos.

Sistema de pagos nacional total

Los bancos centrales que cuentan con un sistema de pagos nacional total (PS-TNaPS) aprovechan una infraestructura más resiliente que garantiza que las tecnologías de pago implementadas por las empresas en todo el país estén sincronizadas y sean totalmente compatibles y robustas. Proporciona enormes ventajas a los bancos centrales, incluida la interoperabilidad, la visibilidad completa de los datos y el acceso a todos los canales de pago. Además incluye las siguientes funciones:

  1. Gestión del riesgo crediticio y gestión operativa, simplificada y sólida
  2. Mayor resiliencia de las infraestructuras bancarias, de pagos y de valores
  3. Regímenes regulatorios y de supervisión mejorados para todos los sistemas de pagos de la red
  4. Mejor contención de los riesgos legales, operativos, financieros y sistémicos en las infraestructuras de pago

Estas ventajas no pueden realizarse mediante sistemas de pagos, compensación y liquidación separados, sino que requieren un sistema de pagos nacional total y holístico que también debería adaptarse para ampliar la gama de tecnologías de pagos ofrecidas en el país y facilitar la adopción de nuevos servicios de mercado.

Para concluir, la pandemia mundial no creó una nueva necesidad de que los bancos centrales faciliten la resiliencia operativa a nivel nacional, sino que solo destacó las vulnerabilidades de las infraestructuras y los procedimientos actuales para absorber los choques operativos sin interrupciones. La forma en que los bancos centrales elijan responder es lo que determinará si la resiliencia operativa a nivel nacional será ágil o frágil.

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